viernes, 2 de abril de 2010

Te encontré pero sigo sin verte...


Un año mas, un viernes santo mas, acuden a mi recuerdos mezclados de la niñez con las propias conclusiones sobre fe y Dios que no termino de perfilar...

Recuerdo estos días cuando era niña , de recogimiento y meditación, de silencio y respeto.

Durante la adolescencia, solía escapar con unos familiares a una casa de pueblo, quizá para encontrarme un poco a mi misma, en silencio de la tierra Alcarreña de mis abuelos, escribía en una vieja maquina relatos y poemas, fumaba mucho y disfrutaba del aire puro, creo que aun creía que Dios existía.

Ahora, utilizo estas fechas para preguntarme como va mi existencia, como un repaso de todo un año, por eso siempre me suelo refugiar en lugares menos ruidosos o masificados y allí pienso, reservo un espacio para mi. Mi Fe esta en punto muerto, entre el recuerdo y una carta a Dios que leí y que ahora os detallaré.

Hoy se me vienen a la cabeza tres textos que acompañan el eterno deliberar sobre la existencia de Dios.

El primero es un soneto de Unamuno, rotundo y agrio, impotente y profundo.


Oye mi ruego tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
tú que á los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes

á nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuanto tú de mi mente más te alejas
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.

Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres si no Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se espande

para abarcarte. Sufro yo á tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.


El segundo, algunos párrafos de unas cartas que salieron a la luz de la Madre Teresa de Calcuta, donde llegaba casi a la certeza de la inexistencia de ¨Dios.

"Señor, mi Dios, ¿quién soy yo para que me abandones? [...] Yo llamo, me aferro, quiero, pero nadie responde, nadie a quien agarrarme, no, nadie. Sola, ¿dónde está mi fe? Incluso en lo más profundo, no hay nada, excepto vacío y oscuridad, mi Dios, qué desgarrador es este insospechado dolor, no tengo fe [...] Tantas preguntas sin responder viven dentro de mí con miedo a destaparlas por la blasfemia. Si hay Dios, por favor, perdóname [...] ¿Me equivoqué rindiéndome ciegamente a la llamada del Sagrado Corazón?"

Por último, os dejo, para quien quiera reflexionar conmigo, este párrafo de una carta a Dios, del libro 50 Cartas a Dios, de Ramón Jáuregui, que me abrió los ojos cuando la leí, ¡Vi tantas cosas claras! ¡Me sentí tan identificada!.Podéis leer la carta entera aquí.

"Te encontré, pero sigo sin verte. Las mismas dudas de entonces. La misma incapacidad para comprender tu relato histórico. La misma perplejidad ante la abstracción de la fe. Sigo amarrado al realismo de la sociedad que me rodea. Angustiado ante las nuevas necesidades. Motivado por nuevas exigencias desde la misma aspiración de justicia y de cohesión social en la libertad."


Luchamos, nos pasamos la vida pensando en que hay algo, que tiene que haberlo, cuando, como dice unamuno: Creer en Dios es anhelar que lo haya y es, además, conducirse como si lo hubiera...