jueves, 13 de septiembre de 2007

Te invito a desayunar.





Pocas cosas hay tan gratificantes como hacer turismo en tu propia ciudad y hacerlo un plomizo día de diario, sin prisas, con la tranquilidad de la "vuelta al cole" y la seguridad de contar con unos momentos para el deleite.
Fue en la estación de Opera donde empecé el recorrido, ya lo conocía pero hacerlo de nuevo siempre descubre nuevos matices.
El ave Fénix del Teatro Real de la Opera lucia ayer miércoles muy vanidoso.
No todos los edificios han sobrevivido a tanta quiebra e incendios, ahora parece haber encontrado el equilibrio.




Desemboco en él tras recorrer la calle de Vergara y contemplar un solitario Café de Oriente, no, no vamos a desayunar aquí, aquí lo que mejor hacen es el café irlandés..y no son horas, lo haremos mas tarde en otro lugar.

La próxima cita es en Octubre con
el Leonore de Beethoven
Siempre se dijo que la mala suerte de tan insigne palacio musical la tuvo su planta, una supersticiosa planta en forma de ataúd.

Pero sigamos por la calle de Arenal, algunas de sus fachadas guardan el halo de las cariátides clásicas mas preciadas.




La Parroquia de San Ginés es un templo magníficamente conservado.
No voy a cansaros con amplias reseñas históricas, quedémonos con la fachada neoplateresca del XIX y sobre todo con su pórtico, que sirvió de escenario a cuadros populares como del
pintor Fortuny.Es sin duda un representativo motivo de visita.




Pero de ella, quizá lo mas popular es la chocolatería que lleva su nombre, junto al pasadizo.





He de reconocer que no probé nunca mejor chocolate que el de allí, y a pesar de que la tradición lo recomienda para desayunar el día de Año Nuevo, cualquier mañana de un anónimo día laborable es el momento ideal para sentarse en su callejón y ver pasar el tiempo.

Todo tiene su fin, la obligación me llama, solo queda de la visita el recuerdo, y la imagen de la solitaria taza.

Una ruta que recomiendo a todo el mundo, en soledad o en compañía.

Feliz desayuno.




Desayuno en San Ginés.