miércoles, 22 de junio de 2011

Los cuatro grandes debates de las reivindicaciones del 15M.


En uno de los discursos mas aplaudidos y ovacionados, de los que ya quedan pocos en el Congreso de los Diputados, esta mañana Ramón Jáuregui, Ministro de la Presidencia a realizado un profundo análisis sobre el 15M y todas sus reivindicaciones, como hasta el momento, nadie ha hecho tan profunda y acertadamente.
Os dejo la intervención completa, vale la pena leerla entera...y hasta enmarcarla y un video resumen


El señor MINISTRO DE LA PRESIDENCIA (Jáuregui Atondo):

 Señora presidenta,señor Llamazares, señorías, agradezco en primer lugar su interpelación porque creo que nos da la oportunidad de hacer un debate político de fondo y de hablar en esta Cámara sobre un tema que está efectivamente en la calle y que está en los medios de comunicación desde hace ya algunos días.
Quiero empezar por señalar el respeto que el Gobierno ya ha manifestado a todo este conjunto de movimientos, de manifestaciones, de concentraciones, que se vienen produciendo en los últimos días y que hemos llamado simplificadamente movimiento 15-M.
El Gobierno no solo respeta, también comprende. Inclusive, le diré más: se siente destinatario de muchas de las quejas y protestas que de una manera bastante heterogénea, es verdad, se expresan en esos movimientos.

Solamente añadiré que conviene precisar ante la ciudadanía que ese conjunto de protestas han coincidido con una circunstancia electoral que también tiene su significado, y al mismo tiempo que respetamos y que comprendemos esos movimientos de miles de ciudadanos que se han manifestado, por ejemplo, el pasado domingo en muchas ciudades españolas, millones de españoles votaron hace solamente unas semanas y dieron legitimidad democrática a miles de concejales y de gobiernos autonómicos que han salido de la decisión soberana de 23 millones de españoles que votaron ese día y a los que también hay que hacer caso, sin devaluar ni simplificar lo que pueden ser las expresiones de protesta en esta dirección, pero reconociendo que al mismo tiempo hay, como le digo, una circunstancia democrática que no conviene olvidar.

Señoría, me gustaría también dar respuesta al contenido fundamental de su interpelación, porque usted quiere que entremos en el fondo y lo voy a hacer, no voy a rehuir el debate porque creo que el Gobierno tiene que hacerlo.
Digamos que en este conjunto heterogéneo de pancartas, de manifestaciones, de reivindicaciones, hay cuatro grandes líneas de protesta, si cupiera resumirlas o reducirlas a cuatro grandes ideas o cuatro grandes debates.
En primer lugar, la crisis, la manera en la que esta se ha gestado, la manera en que la estamos combatiendo; en segundo lugar, el paro, manifestación más  importante de la crisis; en tercer lugar, el problema de los créditos hipotecarios y la situación de la vivienda derivada de lo que fue la burbuja inmobiliaria y el desplome del sector y, en cuarto lugar, lo que podríamos llamar la calidad de nuestra democracia, la mejora de nuestra
democracia.
Empezaré por el primero coincidiendo con usted, señor Llamazares, en la idea de que es necesario decir que la génesis de la crisis no la ha producido ni los trabajadores ni los pensionistas ni los ciudadanos, no; la causa ha estado en una excesiva desregulación, en una serie de productos financieros que han producido resultados absolutamente tóxicos que han contagiado a toda la economía financiera y han impactado brutalmente sobre la economía real como ninguna crisis económica en la historia de la humanidad, mucho más que la depresión de los años treinta.
Ciertamente es así, y creo que lo que se expresa en ese movimiento -y comparto esa reivindicación- es que la política ordene los mercados, que no dejemos que el mercado o los sistemas financieros desregulados y globalizados nos impongan un modelo de sociedad. Como decía Jospin, sí aceptamos la economía de mercado, no la sociedad de mercado. Y hay una reivindicación para que la política, en la función más noble de la humanidad, regule, ordene, controle la economía de mercado al servicio de la sociedad. Compartimos eso, pero por ejemplo, señoría, usted y yo sabemos, lo saben ellos, que durante estos meses este Gobierno ha estado reclamando en todas las mesas internacionales una mayor gobernanza supranacional en el FMI, en las Naciones Unidas, en el G-20, este Gobierno está reclamando política en las mesas de la supranacionalidad.
Este Gobierno está ordenando, junto a los gobiernos de Europa, la supervisión financiera en nuestro país.
Se han puesto en marcha varios organismos de supervisión financiera muy importantes que no existían. Se han regulado materias en mercados financieros en Europa que no existían hace tres años. ¿Lo saben los indignados?
¿Saben los indignados que el presidente del Gobierno hace solo unos meses, en Naciones Unidas, reivindicó la tasa Tobin? ¿Saben los indignados que este Gobierno ha establecido hace solo unos días, el 3 de junio, un decreto que establece que las remuneraciones de los directivos de entidades que reciben apoyo financiero público tienen que estar limitados? A veces, señoría, usted y yo debemos de compartir la idea de que nuestra comunicación, nuestra propia acción, que responde a esa reivindicación que comprendemos y compartimos y que estamos materializando en el difícil terreno de la política supranacional, porque lo
estamos haciendo, a veces no es sabida, a veces no es comprendida.

En segundo lugar, se expresan quejas contra el paro. Y comprendemos muy bien,comprendemos muy bien, pero aquí tenemos que decir luego qué proponemos cada uno,señor Llamazares. Este Gobierno honradamente está haciendo una política de reformas imprescindibles para que el empleador -porque cuando hablamos de empleo hay que hablar de empleador, es decir del que contrata- tenga una capacidad, un estímulo, una facilidad para contratar. Hay reformas importantes en el sistema crediticio para que haya dinero, porque si no hay inversión no hay contratación. Y tenemos un problema con el sistema financiero, y tenemos un problema con los mercados a los que pedimos dinero todas las semanas porque tenemos déficit, porque hemos generado un gasto estructural sobre un ingreso que era coyuntural y que se ha desplomado. Y este Gobierno le dice al país: hay que hacer esfuerzos, hay que ajustar el gasto para no pedir tanto dinero a los mercados; hay que sanear las bancas; hay que hacer reformas en el mercado laboral; hay que establecer una serie de reformas para que la economía pueda volver a crecer y crear empleo. ¿Cuál es la alternativa de otros, señorías? Este Gobierno honradamente lo dice, se podrá compartir o no, pero está haciendo lo que cree sinceramente que España necesita para que pueda ser posible la recuperación y la creación de empleo. Y a ellos, a los indignados que protestan con razón, hay que decirles también en esta ocasión la verdad, y la verdad, por ejemplo, es que cuando se protesta contra el euro o contra el euro plus, el acuerdo del euro, las salidas pueden resultar incómodas. Pero déjeme que le diga una cosa que me parece muy
importante, y es que fuera del euro Europa desaparece y fuera de Europa España va al infierno, como Grecia y otros, y esto hay que decirlo.

Yo recuerdo -como usted recordará también- un debate muy importante sobre la Constitución europea. Hubo una voz que decía no a la Constitución europea porque no era suficientemente progresiva; la hubo en Francia y en Holanda y aquí. ¿Cuál fue el resultado? Que no hay Constitución europea, señorías.
A veces, lo mejor es enemigo de lo bueno, y este partido y este Gobierno están haciendo lo que España necesita. Por ejemplo, si hay que estabilizar las pensiones, hay que decirles también a los indignados que hoy tenemos 2,33 ciudadanos que pagan la pensión de un pensionista y que en 2050 habrá 1,33, y que para dar seguridad al sistema de pensiones este Gobierno ha hecho las reformas y las trae aquí a la Cámara para que haya sistema de pensiones en 2050. Pero a los ciudadanos, indignados o no, hay que decirles la verdad siempre, señorías, como hay que decirles que para que el empleador contrate hay que facilitarle el mecanismo dentro de una estabilidad laboral, de una seguridad laboral que usted y yo queremos, pero queremos empleo, y este Gobierno hace las reformas que hay que hacer.

Los indignados, señorías, nos piden una democracia de más calidad, y tienen razón.
El Gobierno se suma a una reflexión necesaria y pertinente, pero hagámosla con seriedad.
Escuchando, sí, pero también diciendo la verdad sobre debates y propuestas que a veces no mejoran para nada la democracia, que a veces resultan muy demagógicas. La reforma electoral, por ejemplo, no es la panacea de la democracia: arregla algunos problemas y crea otros. ¿Fórmulas de participación ciudadana? Llevamos muchos años buscándolas y seguimos en ese camino, seguimos aprendiendo. El combate a la corrupción es un camino largo, como diría Mao, una larga marcha, y queremos seguir combatiendo en ese camino.
Los partidos somos organizaciones que tenemos que abrirnos, yo lo comparto con usted y con ellos, pero no se han mostrado todavía mecanismos mejores para la representación política, para la representación de la democracia. Los representantes públicos somos muy imperfectos, no somos ejemplares, quizá porque somos parte de la sociedad misma, y está bien que recibamos la queja y la protesta y tenemos que hacernos mejores, pero somos parte sencillamente de la sociedad.
Las protestas son legítimas, pero no todas tienen razón; las propuestas son bienvenidas, pero no todas son posibles. Escuchamos, dialogamos,pactamos, pero algunos además gobernamos y lo hacemos no solo para unos miles sino para 47 millones de españoles.
Nuestros sueños no caben en una urna, decía esta mañana Ridao que dice una pancarta.
Durante cuarenta años, cuando no había urnas, mis sueños y los suyos eran que las hubiera.
Eran que las hubiera. Aquí al lado, en Túnez y en Egipto, aquí al lado, mueren por que haya urnas.

Yo no quiero recoger lo que no es bueno de ese movimiento, como puede ser el cuestionamiento de la democracia o el desprecio al sistema democrático.
Los indignados se quejan con razón de que muchos préstamos hipotecarios se concedieron irresponsablemente, y tienen razón; tienen razón porque hay una carga de injusticia grande en ese hecho. Hemos creado una subcomisión parlamentaria en esta Cámara para hablar de eso y este Gobierno quiere, con todos ustedes, buscar soluciones a ese problema.

Estoy convencido, señorías, de que muchas de esas aspiraciones hay que encauzarlas políticamente y de que somos los partidos de izquierda -y yo les hablo en nombre de uno de ellos, el que gobierna en este país- quienes tenemos que ser precisamente los interpelados, los que demos respuesta a ese movimiento, a ese trasfondo importante de justicia social, de igualdad de oportunidades, de solidaridad, de reivindicación de la política frente a la especulación, de puesta en valor de lo colectivo y del Estado frente al egoísmo de unos pocos.
Son valores que nos definen también a nosotros y a mi partido, que lleva 130 años defendiendo eso mismo.
Muchas gracias.