viernes, 9 de julio de 2010

El "clan" de la Luz





Parece que no es la primera vez que ocurre, pero yo es la primera vez que lo veo y me ha parecido tema para una reflexión este caluroso viernes de julio.

Estos días, la prestigiosa clínica de la Luz, muy cercana a mi trabajo, se ha llenado de furgonetas.

Seguramente, un patriarca o una madre querida, permanece ingresada en dicha clínica.
Hasta allí se han concentrado casi un centenar de familiares, todos ellos gitanos.
En grupos esperan noticias.

Entre la colorida vestimenta, siempre a la última debido a que muchos de ellos viven de los mercadillos textiles, se mezclan cochecitos de niños, garrafas de agua, neveras, sillas de playa...

Ayer cuando salí del trabajo, estaban montando una mesa de madera castellana, con sus sillas y todo en plena cera, para pasar la abrasadora noche que hemos sufrido en Madrid.

Hoy, temprano al volver, dormían casi todos ellos con las ventanas bajadas de sus furgonetas, improvisadas casa ambulantes.

La gente de postín que vive por el barrio, esta horrorizada; sus delicadas retinas no comprenden este desmadre estético en una zona, donde me asombra ver al personal de servicio doméstico -con cofia y uniforme- bajar al super para hacer la compra a su señora.

Para muchos de estos que se alzan jueces del orden y las buenas formas, quizá es mas comodo aparcar a sus mayores en una clínica de lujo e ir a verlos un momento, sin perder nunca la compostura ni el glamour.

En este abismo de mundos, entro en la sensibilidad de estas gentes, los gitanos, que no abandonan nunca a los suyos, que no se mueven de la puerta de la clínica, que denotan en su rostros preocupación y cansancio.


¿Está cerca la integración, la convivencia?.

No lo sé, hoy solo me quedo en los sentimientos.